.: 30-06-2007

sábado, 30 de junio de 2007

CARTAS PERSONALES DE MARIO BAHAMONDE

Carta de Mario Bahamonde S. a su hijo Mario Bahamonde Lara

Antofagasta, 20 de octubre de 1976


Ñoto: te celebro tus deseos de conocer, así como al paso, la nómina y destino del conglomerado humano que forma el caudal familiar. Desafortunadamente yo carezco de ese sentido de familia tradicional (del pater familiae) y, por el contrario, me formé en un Internado y en muchas pensiones, residenciales y pensionados, de modo que esta formación se asimiló al hecho de haber sido hijo único, lo que es fatal para guardar algún sentido de relación familiar. Sin embargo, algunos recuerdos tengo. Recuerdos imprecisos. Conocí a mi abuelo paterno, a don Belisario, muy viejo y metido en una cama. Fue la primera vez que me llevaron a Castro y tendría entonces unos seis años. La imagen que conservo es la de un viejo barbón, completamente encanecido, de cara redonda, muy enfermo. Estuve un rato a su lado y luego lo dejamos tranquilo en su reposo. Parece que murió al poco tiempo. Conocí a mis tías Yeya y Amalia, esa primera vez que me llevaron a Castro. Pero a la segunda la volví a ver a sus 84 años, en 1969, cuando regresé a Chiloé a reconocer la tierra de mis antepasados. Por el lado materno no conocí a los abuelos. Y tuve muy pocas referencias familiares, pues las hijas (hermanas y mis tías) vivieron en ciudades distantes, de modo que los recuerdos eran muy secundarios en el orden familiar. Repetí demasiado ese dicho de “mi familia comienza en mí”. Y, lo que es peor, lo sentí como cierto. Pero parece que no. No es que la sangre tire, pero ese ancestro, esa herencia, ese pasado, ese respaldo del tiempo están presentes en uno, aunque sea por pura curiosidad. Los chilotes son pataeperros. Se van a la Patagonia a trabajar. Otros recorren el país entero. En Chuqi ( en el antiguo Chuqui) supe de muchos chilotes. Están un tiempo trabajando, juntan un poco de dinero y regresan a la isla a ver a su parentela, que allá siempre es muy grande. Un día, la Ida con su marido tenían que ir a Dalcahue a dejar cartones de cigarrillos, pues ellos son los proveedores. Y partimos. Allá me entretuve caminando por la única calle y mirando un chancho enorme. De repente se acercó un señor a saludarme y a contarme que éramos parientes por el lado de don Belisario. Esto allá es muy común. En Chonchi me encontré con otro señor que me dijo que éramos primos (Hermano de Avaro Gómez, el profesor de música de la escuela normal). A veces pienso que me gustaría volver a Chiloé por unos días y, si tuviera dinero, te invitaría a pasar una semana allá para conocer la raíz vital de nuestra sangre, comer curantos y tomar el licor de oro de los chonchinos. Toda la rama nortina de la familia fue pobre. A lo sumo un buen pasar. La tía Rosa, cuando estuvo enferma en La Serena, compró una casa en La Alameda. De esas antiguas, espaciosas, con tres patios, papayos, chirimoyos, paltos y una acequia al fondo. Yo estuve por un tiempo en casa, cuando mi mamá enfermó y mi papá la llevó al Hospital San Juan de Dios, de Valparaíso, donde la operaron (al parecer inútilmente, según comentarios de las enfermeras del hospital). En Valparaíso estaba la tía Consuelo, que vivía, primero, en el cerro Los Placeres y, cuando se casó con Juan Muñoz, se trasladó a l cerro vecino; el Barón. Los primos chilotes son muy querendones allá, en Castro, bajo esa lluvia permanente. La Ida es una gorda garabatera y farrera, igual que su marido. La Olga es concertista en piano, con estudios completos en el Conservatorio Nacional pero vivió de ser profesora de música del Liceo de Castro, donde se casó con Lucho Andrade (él en segundas náuseas, cuando enviudó) que es su primo. Los hijos son, entonces, Andrade Andrade. ¿Qué más?...
Te repito el corrido popular chilote y te acompaño una carta en décimas populares que me mandó un poeta minero de Vallenar.

Un día Salvador Reyes me preguntó: “¿Tú tienes parientes?” Pero se corrigió inmediatamente y agregó: “¿De veras que tu padre era chilote?” Y con eso basta para explicar mis raíces.
Te cuento estas cosas por el alegrón tremendo que tuve de verte y estar unos días juntos y gozar de tu generosa bondad humana. Y no te digo esto porque soy un viejo chocho.

Cariños
Mario

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Mario Bahamonde S. Intento bío-bibliográfico

La vida de Mario Bahamonde se inicia en Taltal el 17 de Abril de 1910 y concluye en la cuidad de Antofagasta el 30 de Noviembre de 1979. En Taltal permaneció hasta completar el 2 Año de Humanidades, correspondiente al actual 8vo año de Enseñanza General Básica. Se trasladó a Santiago para ingresar al Instituto Nacional Barros Arana y finalizar la enseñanza secundaria. Desde su ingreso al establecimiento figuró entre los dirigentes estudiantiles, organizadores de la Biblioteca, el Deportivo y el Ateneo del establecimiento. Mantuvo amistad con varios de los estudiantes de esas promociones durante toda la vida. Ingresó a la Universidad de Chile, específicamente al Instituto Pedagógico donde estudia Pedagodía en castellano y Filosofía. Su carrera de Profesor comenzó al mismo tiempo de su ingreso al Instituto Pedagógico, dictándose sus clases en el Instituto Federico Hansen de la capital. En esta forma ayudaba a costear sus estudios.

Su padre Antonio Bahamonde López, profesor, se había trasladado a Taltal para desempeñar la docencia después de haber obtenido el título de profesor normalista en la Escuela Normal de Valdivia. Había llegado desde la Lejana Isla de Chiloé, sonde el invierno es como una cuidad abandonada”. Contrajo matrimonio con doña Amelia Silva; nacen Olga, que sólo vive un año, y Héctor Mario, “abnegado y sufrido”, como decía el propio Bahamonde.

Desde muy temprano estuvo dedicado, a las lecturas y a la escritura, sin embargo, siempre acumuló más escritos ajenos que propios. Sus poemas iniciales, reunidos por uno de sus amigos en un intento de volumen, se tituló: Camanchaca de Espumas, sin embargo, nunca fue publicado.

Su primer libro publicado es Pampa Volcada, contiene tres cuentos y formó parte de la Colección La Honda, la serie que reunió a casi todos los escritores de la generación del 38, dirigida por el escritor chileno Nicomedes Guzmán. Fue este escritor quien se apropió de los cuentos de Mario Bahamonde para incorporarlos a este proyecto, casi con el desconocimiento del autor. Bahamonde lo había olvidado, como un proyecto más, cuando recibió la noticia del galardón que le otorgó el Pen Club de Chile, como el Libro del año. Esto ocurrió en 1945.

Uno de los cuentos incluidos en este libro es El Cara’e Picante, cuento que obtiene el premio Municipal de Antofagasta, y que es editado en un pequeño volumen conteniendo a los tres escritores antofagastinos premiados en esa oportunidad: Mario Bahamonde Silva; Arturo Ramírez y Manuel Durán Díaz.

Su segunda publicación es personal en todo sentido. Prácticamente es un libro artesanal, hecho por sus propias manos.

El señor César Antivillo, profesor de la antigua escuela N° 9 de Antofagasta, dispuso de todos sus conocimientos de impresor y del taller de esa escuela para esta aventura literaria nortina. Allí se reúnen cinco cuentos de Mario Bahamonde, esto ocurre el año 1951. El libro tuvo por título De cuán lejos viene el tiempo y sus ciento cuarenta páginas sólo tuvieron una edición aproximada de 500 ejemplares.

El primer cuento que aparece en este lejano libro se llama Toda la Pampa es un solo camino, es de corte histórico (revolución de Balmaceda), considerado por algunos críticos de la época como el mejor cuento de Mario Bahamonde. El segundo se llama En la noche y con los ojos abiertos y relata la búsqueda de un hombre desaparecido en medio del desierto inesperadamente. El tercer relato es El negro destino de Hans Kuttz. Este cuento junto con El cara ‘e picante han sido teatralizados y radiotearalizados por diversos grupos de actores chilenos. El cuarto cuento del libro. El cuarto cuento del libro es Tres hombres en soledad, seleccionado en varias antologías de cuentos chilenos posteriores a esta publicación. Una de las antologías donde aparece es Tierra Ajena, selección efectuada por Francisco Coloane. La última narración es El silencio sobre la tierra, un truculento relato de la soledad del desierto, que es uno de los temas preferidos por el autor.

En la edición del diario El Mercurio de Antofagasta correspondiente al día Domingo cinco de Agosto de 1951, aparece la siguiente información: “Los componentes del Grupo de Letras de la Sociedad de Bellas Artes, ofrecieron un cóctel en honor al señor Mario Bahamonde, con motivo de la aparición del libro De cuán lejos viene el tiempo”, el tercero que publica en su vida literaria.

Ofreció la manifestación don Danilo Tacusis en calidad de Secretario de la institución...”.

Bahamonde desarrolla otras actividades, un mes antes que saliese a la publicación en este artículo en el diario haciéndose mención a su creación literaria, el mismo periódico mencionaba el día diez de Julio sobre la presentación de una obra de teatro en Antofagasta, según decía parte del artículo.

“...Desde que el existencialismo incorporó al teatro su filosofía de lo truculento, el juego escénico se ha renovado y Albert Camus se ha convertido en el artífice de las complicaciones, así lo demuestra El Malentendido estrenado en el teatro Latorre de Antofagasta por el Grupo Libre de Teatro”.

“...El conjunto que hace algunos meses sorprendió a la cuidad con un estreno de Sartre y que llamó la atención en Santiago, posee muchos méritos. Tal vez el mayor sea su capacidad de adaptación a las obras; el público siente que eso mismo podrían haberlas hecho elementos profesionales, y se lleva una idea más que aproximada de las corrientes artísticas contemporáneas. Gran parte de este triunfo es de Mario Bahamonde que ha seleccionado a un grupo de actores con espíritu sobrio y disciplinado”.

Hasta aquí el comentario de Tito Castillo, director del diario El Mercurio de Antofagasta en aquellos años y actual director de la revista Atenea de la Universidad de Concepción.

Este Grupo Libre de Teatro que dirigió Mario Bahamonde estaba integrado por María Teresa Castro, poeta fallecida recientemente; Flavia Wood, profesora jubilada residente en Santiago; René Largo Farías, activo locutor y folklorólogo chileno, incansable director de Chile Ríe y Canta y María Cristina Zayr, entre otros actores.

De esos años, entre los episodios olvidados, se encuentra el comentario de Ricardo Latchman, el crítico chileno por excelencia que tanta falta hace en Chile de hoy.

“...En Pampa Volcada se percibe pronto la diferencia que hay entre los escritores que conocen lo que pintan y aquellos que se guían por simples informes de otros y lecturas. Hemos seguido con curiosidad los progresos de los relatos de Mario Bahamonde, que en este libro alcanza a ofrecer una muestra de excelente comprensión y dominio de los temas nortinos. No es un criollista minucioso ni aburrido, tiene el sentido de la medida y de la mesura, sin entrabar la acción ni ahogar a los personajes. Todavía puede madurar su estilo, pero no es incorrecto ni se delata en lo escabroso. Hay un dibujo fino que insinúa muchos elementos des escueto paisaje sin agotar las descripciones. Otros se han metido en la pampa de cabeza y la pampa los ha vencido, lo mismo que derrotó antes a los que perseguían en su suelo. Aquí está comprendida y sus elementos dramáticos han saturado al narrador...”

Este comentario lo estamos extractando del diario La Nación, edición del 6 de Noviembre de 1945, continúa Latchman:

“Volvamos ahora a la literatura sobre la pampa. La diferencia entre este nuevo escritor con los anteriores, es que no se derrama frases retóricas y multicolores sobre un escenario que es como dice Bahamonde, un camino donde se van los días. No es fácil si no se consigue un dominio hondo del ambiente, penetrar en los detalles y en la psicología pampina. Bahamonde ha sido lento y constante en su trabajo literario. Sabemos lo bien dotado que es y conocemos su fibra de observador humorista. Ahora tiene por delante un camino vasto y debe publicar su novela inédita En la pampa quedan las cruces”.

Sobre esta novela que permanece inédita, existe también una historia olvidada.

Fue presentada por Bahamonde al certamen organizado por la Sociedad de Escritores de Chile en el año 1950 en el género novela. En esa oportunidad obtuvo el galardón Joaquín Ortega, hoy completamente olvidado y también su novela ganadora Infierno Gris.

El jurado de este importante certamen de la Sociedad de Escritores de Chile, estuvo compuesto por el escritor Alberto Romero, el poeta Carlos Prendes Saldías y el escritor Eduardo Barrios. El premio era único, y como ya dijimos lo obtuvo la novela Infierno Gris de Joaquín Ortega Folch. Obtuvieron éxitos las siguientes obras: Puerto Limón del escritor costarricense Joaquín Gutiérrez (residente en Chile hasta el año 1973 y actualmente en San José de Costa Rica), Solamente la vida del escritor Oscar Castro que después fue publicada y conocida como La vida simplemente; Tiempo irremediable, de Manuel Rojas que más tarde publicó como Hijo de Ladrón y Cuatreros de Baltasar Castro, que después fue publicada como Un hombre en el camino, Bernardo, héroe y mártir de Fernando Silva (no sabemos si ha sido publicada) y Puerto de Embarque de Mario Bahamonde que permaneció inédita por determinante decisión del autor y que no es otra que aquella primitiva En la Pampa quedan las cruces a la que hace mención el crítico Ricardo Latchman.

Una vez consultamos a Bahamonde la negativa de intentar la publicación de esta novela, a lo que nos dijo:

“Iba a ganar y perdió. Ahora al olvido. No pierdas de vista que la melancolía es el color complementario de la infelicidad y el olvido, el primer paso a la superación”. La novela no fue publicada jamás.

Un día asumió la Rectoría del Liceo de Hombres de Antofagasta. Mario Bahamonde fue profesor de este liceo desde el año 1934. El primer nombramiento que obtuvo por concurso de oposición de antecedentes una vez obtenido el título de profesor. Al margen de las ayudantías y de los nombramientos interinos, fue el profesor del Liceo de Hombres de Antofagasta en las asignaturas de Castellano y Filosofía.

Así informó la prensa local de esta nueva tarea en la carrera docente de Mario Bahamonde el domingo 21 de Febrero de 1954.

“Tengo veinte años en el Liceo de Hombres de esta cuidad y pienso que la educación implica un principio de respeto mutuo. Este respeto debe ser la pauta para convertir al niño en hombre paulatinamente y para ir descubriendo en él sus propios valores, sus gustos, sus intereses, sus vocaciones y a través de ello orientarlo en la vida”.

Tales fueron las primeras declaraciones que nos formuló ayer el nuevo Rector del Liceo de Hombres, Mario Bahamonde Silva, taltalino, 43 años, con estudios en el Barros Arana y en el Instituto Pedagógico.

Como escritor se ha caracterizado por su decidido afán regionalista, y tiene cuatro libros editados y dos en preparación. Su primera obra es En la pampa quedan las cruces (se refiere a la información a la novela Puerto de Embarque, presentada al certamen de la Sociedad de Escritores de Chile), la escribió en 1940, pero al corregirla no le gustó y la dejó sin publicar... “Personalmente, finalizó el señor Bahamonde, espero que el Liceo de Hombres, de aquí a algunos años sea el mejor plantel de Antofagasta”.

Lo consiguió Bahamonde, con los más extraordinarios esfuerzos personales y a pesar de las más enconadas oposiciones. Llegó a producir los más altos puntajes del bachillerato y las más definidas vocaciones profesionales durante un largo espacio de tiempo.

Mario Bahamonde fue separado de su cargo de Rector del Liceo de Hombres de Antofagasta en Septiembre de 1973.

Mario Bahamonde tenía 43 años de edad cuando asumió la Rectoría y fue un cargo que consumió parte importante de sus energías. Sin embargo, nunca dejó de escribir y tener activa participación en las labores del acervo nortino nacional.

A fines de 1956, Mario Bahamonde publicó Ala Viva. Al respecto Catalina Gómez, publicó un artículo en el diario El Mercurio que decía:

“Ala Viva es sin duda alguna, de las narraciones en que Mario Bahamonde vuelca con mayor énfasis, esa enorme ternura que encerraba en su corazón, para todo lo que concerniera a nuestro norte”.

“Bien lo señalaba Andrés Sabella cuando escribe: ‘Artesano apasionado, labró en Ala Viva poco más de una historia para quedar en la memoria de nuestras letras’”.

También Alfredo Aranda en su fiel despedida al escritor y al maestro, hace mención de este cuento en que Bahamonde dice que: ...”los pájaros son el alma de la tierra... el alma móvil y fugaz...que ellos no hacen germinar el viento...pero hacen florecer la distancia” y nos deleita y nos hace estremecer con las aventuras de una humilde garuma que lleva ese nombre, Ala Viva.

De Ala Viva dice Yerko Moretic:

“Bahamonde aprovechaba aquí las curiosas circunstancias que ofrecen las agrumas del norte, su vida se desenvuelve entre el litoral...En efecto, nacen en la pampa, vuelan hacia la playa, buscan su alimento en el mar, regresan al desierto y finalizan su existencia en la costa. Son decenas y decenas de kilómetros recorridos diariamente, con una extraña avidez de abrazar toda la zona. Ala Viva es precisamente el nombre de una garuma. Bahamonde la sorprende en sus primeros esfuerzos por volar hacia la costa y en sus primeros conocimientos de la extensa y cálida planicie calichera. Aquí la hace conocer a los hombres que iniciaron la penosísima conquista del desierto y para ello recurre a las fantasmagóricas evocaciones. El primer episodio por ejemplo es muy sencillo, en plena pampa puede verse una mula muerta hace muchos años, conservada por la tierra salitrosa se mantiene en pie, la garuma divisa esta extraña figura y cuando pregunta la razón del misterio, surge la evocación del loco Almeida, el fabuloso Diego de Almeida...”

“La garuma realiza por fin el viaje a la playa; allí se estrena en la ansiosa búsqueda de los cardúmenes y traba amistad con otros pájaros. Sabe del amistoso y paternal Alcatraz, del veloz y malvado Piquero, del hermosos Pato Lila, de las aristocrizante y pérfida gaviota, (no te metas con ellas Ala Viva. Esas aves asesinan hasta los huevos que encuentran, con decirte que lanzan al mar a sus propios hijos antes que sean capaces de volar...”)

“La primera jornada marítima es larga, emocionante, cansadora y repleta de incógnitas. Por eso cuando al atardecer remontó los cerros para alcanzar su guarida nocturna en el desierto, su corazón iba pensando por qué es tan inofensiva la modesta Changuita y por qué es tan juguetón el Pimpinela. ¿Por qué...por qué? ¡Por qué existen diferencias entre los pájaros?”.

“Ala Viva, es el cuento de Bahamonde que más se ha publicado desde aquella hermosa edición de 1956 que reza en su colofón: “Para realizar esta diminuta aventurilla gráfica hube de pedir...y, además de su cordialidad me dieron...

Don Luis Fernández Navas, la composición tipográfica y los clisés;
Don Nicolás Pérez, los dibujos y su paciencia;
Don Guillermo Cuidad, sus cuidad y atenciones;
Don Alejandro Galetovich, la fotografía;
Don Prudencio Gómez, lo que no supo, en los ejemplares especiales;
Don Juan Zalvidea, lo que supo, y, además, supo callarse;
El Mercurio de Antofagasta, su personal y sus talleres.
El liceo de Hombres, sus pequeñas prensas.
El tiempo, la aventura incansable del entusiasmo.
¡Casi nada!

Estas aventuras tipográficas que Bahamonde arriesga en la Imprenta del Liceo de Hombres, dan como frutos las siguientes obras:

“16 Poetas Nortinos”, un pequeño y hermoso libro que contiene resultados del Certamen de Poesía organizado por el Grupo de Letras de Antofagasta, en el año 1960.

Antofagasta, Pasión y Poesía, que contiene a catorce autores que cantan a la cuidad de Antofagasta y que también es auspiciado por el Grupo de Letras de Antofagasta, dirigido entonces por Hugo Poblete Bahamonde. Esta Aventura tiene lugar en el año 1961.

Y al Norte...la poesía, también del año 1961 y contiene los primeros premios del Certamen Municipal de Poesía de Antofagasta de ese año. Cuenta con el auspicio del Grupo de Letras.

En el año 1965 con el auspicio del Departamento de Extensión Cultural y el de Artes Plásticas de la Universidad de Chile, sede Antofagasta, se edita Poemas y Grabados. Es una de las primeras actividades Gráficas que realiza Bahamonde en el cargo de Director del Servicio de Extensión Cultural de esa casa de estudios. Cargo del que es separado el 11 de Septiembre de 1973, con motivo del Golpe de Estado.

En el mismo año 1965, Mario Bahamonde hace realidad el proyecto de una revista universitaria para la Universidad de Chile, sede Antofagasta; publica el primer número de la Revista Ancaora, que alcanza un total de seis, el último de los cuales es publicado a fines de 1972 como homenaje al poeta Pablo Neruda, Premio Nobel de Literatura. El número siete de esta revista creada por Mario Bahamonde, estaba dedicada al mar y contenía, entre varios artículos científicos escritos por especialistas universitarios, una selección de poemas dedicados al mar de Chile. No fue editada.

En el año 1971, en colaboración con un equipo técnico Bahamonde publica la Guía de la Producción Intelectual Nortina, trabajo de investigación y difusión bibliográfica que cuenta con el auspicio del Servicio de Extensión de la Universidad de Chile, sede Antofagasta.

En el año 1972, Mario Bahamonde obtiene el Primer Premio del Certamen Nacional de cuento Baldomero Lillo, con su relato Soledad en la Puna. Este cuento es publicado en un libro que contiene los primeros cuentos mencionados en dicho certamen, bajo el sello de la editorial Quimantú.

La misma editorial edita en el año 1973 Pampino y Salitreros, un trabajo de investigación social sobre el norte y sus trabajadores, que Bahamonde enfocara desde la fichas pampinas, forma de pago a obreros del salitre. En su oportunidad se dijo de este Pampinos y Salitreros.

“El nortino como hijo de la aventura, el negocio del salitre y el negocio de los salitreros, incluyendo algunos de sus negociados. Las características del pampino y sus condiciones de vida son otros aspectos tratados en este libro que también refleja las luchas sociales y la organización obrera en el norte, amén de un diario capítulo sobre fichas de las oficinas salitreras, el salario del hambre de días pasados y actualmente apetecidos para los coleccionistas de monedas”.

En orden cronológico, la siguiente publicación de Mario Bahamonde fue El Caudillo de Copiapó, novela que fue nominada Premio Municipal de Literatura en el Concurso Anual de la Municipalidad de Santiago, año 1978. Este celebrado relato obtuvo las mejores críticas de los especialistas en los diversos medios de comunicación. Fue editado por Editorial Nascimento en 1977.

Al año siguiente la misma editorial publica Derroteros y Cangalla, una selección de 21 cuentos de Mario Bahamonde. La mayoría de ellos están figurando desde antes en antologías, o vieron la luz en diarios y revistas, pero, algunos inéditos, como La Vírgen de Oro, La Duda, El Tio Hemingway, El Pez y la Piedra, Perspectivas, El Club de los Aburridos, entre otros, forman parte de esta selección.


De este libro dice Gonzalo Drago en La Prensa de Curicó:

“Escritor provinciano alejado de cenáculos y corrillos metropolitanos, Mario Bahamonde es otro de los postergados con el discutido Premio Nacional de Literatura, que en ciertas épocas no ha sido ejemplo de ecuanimidad y justicia, de acuerdo con los postulados de la Ley que lo creó en el año 1942.

Es preciso reconocer los méritos donde se encuentran porque en el campo de la literatura nacional no debe haber “parcelas” partidarias ni ideologías, sino, estricta justicia para premiar merecidamente “La obra literaria de toda una vida”, como reza la ley citada.

Hasta aquí el comentario del escritor Gonzalo Drago, otro postergado del Premio Nacional mencionado.

El mismo año 1978 Bahamonde ve publicado si Diccionario de Voces del Norte de Chile, un trabajo de investigación que le significó varios años de trabajo paciente y casi solitario. Para dar forma a este diccionario Bahamonde abarcó los siguientes temas; geografía, toponimia, etimologías, historias, arqueología, botánica, zoología, folklore, minería, tipología social, leyendas y habla nortina. Esta última la que originó la idea de realizar un trabajo de semejante envergadura.


En el diario La discusión de Chillán, el 11 de Noviembre de 1978, el escritor Carlos Ibacache escribe:

“Esfuerzo grande de un escritor nortino quien se ha distinguido por su labor cultural y particularmente por su quehacer literario, hoy nos sorprende con un trabajo diferente, fruto sin duda de muchos años de labor.

Su voluminoso diccionario, dispone de referencias cogidas en ciencias y disciplinas tan diversas como la geografía, la historia, la arqueología, la botánica, la zoología, la minería, la tipología social, las leyendas, el folklore, la toponimia, la etimología; todo en beneficio de un mayor conocimiento del habla hispana.

Un diccionario de voces de este tipo, necesariamente es muy útil para el profesional curioso y el estudiante preocupado por materias del lenguaje. Para el especialista es también una fuente bibliográfica importante. Sin embargo, tal como lo reconoce el autor, el estudio de las voces como materia específica corresponde a la Lingüística, ciencia que ha adquirido en los últimos años un extraordinario desarrollo.

El último libro publicado en Chile, en vida de Mario Bahamonde, fue este Diccionario de Voces del Norte de Chile.

Comienza el recuento de los libros póstumos de Mario Bahamonde con Gabriela Mistral en Antofagasta: Años de Forja y Valentía, cuando aún era Lucila Godoy, como profesora del Liceo de Niñas de Antofagasta. Esto ocurrió entre Enero de 1911 y Junio de 1912. El grueso del material usado en este trabajo pertenece a correspondencia de Gabriela Mistral con diversas personas y personalidades de Antofagasta de aquellos años. Este primer libro póstumo de Mario Bahamonde aparece en el año 1980 y es editado por Editorial Nascimento.

El mismo año 1980 fue publicada su novela Ruta Panamericana cuya anécdota corresponde a un viaje en bus desde Antofagasta hasta la capital, donde cada pasajero vive su propio drama. Cada pueblo y lugar nortino, tan bien conocidos por el autor, son descritos a través de esos personajes también nortinos. Es una edición Nascimento.

En el año 1981 aparece, editada por Nascimento, la novela Gente de Greda o los Ceremoniales del Tiempo, que, siempre en la temática nortina y con las características de Bahamonde en sus escritos, tiene la particularidad de acercarse a las leyendas y al paisaje de telúrica grandeza del norte chico, con sus supersticiones y costumbres

De esta novela dice el académico, Hernán Poblete Varas:

“Mario Bahamonde maneja con maestría de novelista y oficio de investigador esta trama crepuscular. Recoge antigua sabiduría: Si su bisabuelo fue español, usté no tiene alma por mucho que se la rebusque, porque parece que se vinieron a América por esa razón: a buscarse una. Pero si fue de estas tierras o de las tierras vecinas de San Juan o Tinogasta o por ahí, entonces, si que tiene. Y el alma de nuestra gente es de greda, don Tamango, sí, don Tamango, de greda en forma de cántaro. Algunas más bonitas y muy bien hechas y otras más burdas, pero todos tienen. Por eso, cuando mueren, les entierran el cántaro al lado, por eso del alma.”

“...Una vieja sabiduría se expresa por el pensamiento y labios de esta gente de greda: “Salvo cuando ya era mucha la exigencia del pensar, los más audaces aplacaban sus angustias considerando que la justicia es el instrumento de la cultura para defender la verdad”.

Es un hermosos libro este, que culmina la existencia literaria de Mario Bahamonde. Lástima que no lo haya visto publicado en vida: Pero el testimonio y el goce para los lectores”.

Aún hay mucho por editar y mucho por decir. Preparó una Antología del Cuento Hispanoamericano que es una selección que deja en claro conocimiento, no sólo de autores chilenos sino de estilos y problemática del continente. Inéditos permanecen una serie de cuentos y toda su poesía.

Todo lo que escribió Mario Bahamonde tiene un valor. Sus ensayos, por la seriedad de sus investigaciones y por la profundidad de sus ideas; sus relatos y novelas, por la pureza de su expresión y el dominio del idioma y del medio que relata; sus cartas, por su espontaneidad y humor, su poesía por el inmenso amor que recoge a su tierra y la canta con todos sus rasgos. Escribió cartas que son admirables muestras de lo que era este hombre. Este fragmento es el escrito a un amigo después de saber que éste, preocupado por su salud, pues Mario Bahamonde había sufrido un infarto al miocardio, le había llamado por teléfono, dice:

Querido Hugo:

Este infarto con que me anduvo golpeando la prologada juventud que ya tengo encima, lo encuentro la cosa más lógica del mundo, imagínate los torrentes de amor, los caudales de turbio odio, las marejadas de volcánica pasión que han pasado por mis gastadas arterias...Imagínate todo el sarro cumulado por cuántas noches de “embriagada poesía”...

Este infarto es lo más justo del mundo. Además, desde que a uno le meten en carácter de bulto en una cama de la sala de recuperación, la cosa se pone de lo más entretenida. Lo primero que sucede es que todos le cambian nombre. Yo me pasar a llamar El Infarto. Y mis vecinos se llamaban El Riñón, el Otro Infarto, La vesícula, El abdomen y no recuerdo más. Por ejemplo, El abdomen tiene frío y La Vesícula quiere la chata. Pásenle una frasada al Infarto...

“... y desde hace ya un mes, estoy en la casa, La Germana cree que estoy descansando, aunque en verdad de eso hay porque ella tiene que ir al dentista en las tardes y me quedo solo. Lo malo es que ella piensa que yo descanso todo el día. En las tardes soy feliz a mis regalados antojos... Cómo no seré feliz...no puedo comer sal, no puedo caminar más de diez pasos seguidos, no puedo tomar aire, (menos líquidos) no puedo, no puedo, no puedo. ¡Soy feliz! Nunca me imaginé que esto de llegar a menos joven fuera tan fastidioso. Me imaginé que cuadraría muy bien con un viejo verde bien hecho, con garbo y gallardía, pero apenas soy un viejo calamitoso que no fuma, no come mantequilla ni queso tampoco “se la puede” ¡Imagínate!.


La alegría mayor me la dieron los amigos.

... Estaba en la sala de recuperación de lo más entretenido con los ayes lastimeros de los moribundos, con los quejidos mortales de los agónicos y con el olor del aire con éter cuando supe que tú habías llamado por teléfono desde Santiago. Por un rato dejé el dulce entretenimiento plañidero y me recorrió una hilacha de recuerdos...cuando perdiste una comida por colocolino...cuando hicimos un paseo en camión y paneó y quedamos botados... cuando tú te curabas en la casa de los Carreño...cuando...y de golpe sentí que volvía la vida a correrme por las arterias profundas de mi gastado corazoncito. El agradecimiento se hunde como profundas raíces en mejor terreno humano”.

Sobre Mario Bahamonde el hombre, sobre Mario Bahamonde el maestro, el poeta y escritor, investigador y cultor del acervo nortino, hay mucho que decir. Especialmente, lo creamos con firmeza, en esta zona donde tanto le debemos y donde aún se teme su enorme dimensión y nadie asume el homenaje merecido por las pruebas desmoralizadoras que las circunstancias hacen vivir al país.

Ya vendrá el tiempo de poner su nombre a una calle de Antofagasta. De publicar sus inéditos. De reeditar sus escritos.
¡Vendrán tiempos mejores!

( Mario Bahamonde Silva, Homenaje de Taller Encuentro, en un texto de 20 páginas, editado en 1988 por Freddy Maturana B., Miguel Campos, Carlos Farías, y que contó con el diseño de portada de Jaime Santibáñez Ferrie).

ESCRIBIERON SOBRE MARIO BAHAMONDE SILVA (Andrés Sabella, Sergio Gaytán...)

ESCRIBIÓ OSVALDO MAYA:

Osvaldo Maya, doctor en filología romántica escribió un completo estudio sobre la novelística de Mario Bahamonde titulado " Mario Bahamonde, Novelista. Literatura y Conciencia Histórica del Norte Chileno". Ediciones Universitarias Universidad Católica del Norte.

El texto completo pude ser ubicado en la U.C. del Norte, en Antofagasta.



ESCRIBIÓ ANDRÉS SABELLA (POETA NORTINO):


Si el escritor es lo que son sus palabras, Mario Bahamonde estaba hecho de aquellas que no echan resplandor, sino que ciegan por su profundidad. En tal sentido, era nortino desde la cal hasta la voz.

Leyéndolo, con atención de cateador que no se conforma con las primeras vetas que lo detienen, anotamos algunas de estas palabras reveladoras. Desierto, camino, sed, tierra, sol.

¡Palabras que pesan, que se parten en huellas, que desgarran, que arrojan contra las piedras, que sacan fiebre a los dorados solares!

Bahamonde fue criatura de este desierto. Lo amó, porque entendía que allá. Los hombres empiezan a penetrarse, persiguiéndolo el más derrotero: el sí mismos:

“Más lejos, el desierto estaría acurrucándose en su gran lecho de silencio”.

El desierto es una tentación de lejanías, de metas que imaginamos de agua y de sombra. Obliga a caminar. Caminarlo enseña a tantear azares y espejismos. Bahamonde conjugó, deleitosamente, el verbo, deteniéndose en cada sílaba, como aguada venturoso:

“No sé cuánto caminé. Perseguir a un derrotero es como ponerle el hombro a una esperanza”.

Pero, no se anda sin riesgos en el páramo inmenso. De alguna piedra perdida, engrifada y muda, la sed salta a los viandantes y principia a quemar sus bocas, a encenizarles la voz. Bahamonde ha escrito sed, como doliéndole que la sufran sus personajes:

“Sol. Fiebre. Sol. Tengo sed”.

Pero, al hombre del Norte –y Bahamonde lo era-, asimismo, lo exigen palabreas que exceden una cuartilla literaria. Lo aprendieron de la sangre obrera, cuando los “rajos” ansiaban ser bocas para clamar justicia. Y pronuncia, bravío y en alto. Pan y libertad, libro y paz.

Mario Bahamonde no esquivó el hombro a sus responsabilidades civiles, porque nunca ignoró que es escritor de verdad sólo el que se decida ano callarla jamás. Y murió en el cultivo de amor de sus ideales de redención humana, sin torceduras del alma, ni arrodillamientos ante la comodidad cobarde de los que se conforman con el cobarde “dejemos las cosas como están”.

“Era el desierto. El desierto que nos mordía y nos transformaba hasta sacarnos las palabras y dejar apenas los gestos”.

A él la pampa salitrera no le secó las palabras: ni las del ensueño, ni de la protesta. Y si Hanz Kuttz, el héroe de “negro destino”, “creía que el hombre vive en perpetua fuga de sí mismo”, Bahamonde probó que el hombre nortino vivió y vive no en fuga, sino que en perseguimientos de vetas y filones, de venturas y alegrías, paras las manos y el corazón de todos los hombres que hermana la Tierra Madre.

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Retrato a Todo Sol de Mario Bahamonde Silva

Para la literatura nortina el taltalino Mario Bahamonde Silva fue una fuerza de creación que no se conformó con su tarea, sino la ensanchó, yendo a la de los otros que cruzaron como él las huellas de la pampa. De ahí el mérito de su obra que se levanta en cuentos de verdadera calidad literaria y de sólido acento humano, en novelas y ensayos, sin despreciar la oportunidad del poema. Pero, buscó viejos papeles, interrogó gentes y archivos, logrando enriquecer nuestra tradición y asegurar el paso hacia el futuro.

Hombre de cordialidad, de maestro de raza, enseñó pues donde estuvo, y cuando debió elegir el camino de sus ideas, este fue el de la libertad y el de la justicia. De ahí se alza su imagen que recordamos, como la de un compañero de poderosos relieves.

Si alguna distinción podría darse de Mario Bahamonde sería la de llamarlo, sencillamente: HOMBRE DEL NORTE. En tal categoría caben la sencillez y la grandeza de una criatura de servicio y sensibilidad, la sencillez de una piedra y la grandeza de un brazo de nuestro desierto.

Lo evocamos, de pie, oteando los paisajes del Norte y llamándonos a seguir fieles a su paso de amor por estos lares.

(Andrés Sabella)




ESCRIBIÓ SERGIO GAYTAN: Mario Bahamonde una aproximación

Introducción


Todo escritos es una individualidad muy especial, un ser que en el tiempo se traza una responsabilidad y ésta no es otra que decir, expresar, señalar, proyectar su pensamiento y sus ideas a través del difícil arte de cubrir con la mejor textura la página en blanco, ordenando las palabras.


MARIO BAHAMONDE (en la vida civil, Héctor Mario Bahamonde Silva), nació en la Bahía de Nuestra Señora de Taltal (o Puerto Mayor de Taltal), el 17 de abril de 1910 y falleció en “el patio norte de Taltal”, es decir Antofagasta, el 30 de noviembre de 1979; en su vida profesional llegó a ocupar los cargos de Rector del Liceo de Hombres de Antofagasta y Director del Servicio de Extensión Cultural de la Universidad de Chile, sede Antofagasta. Sin embrago, por su inclaudicable postura intelectual su imagen pública se verá como la de otros, acallada al llegar el término del régimen democrático chileno en septiembre de 1973 y surgir la dictadura militar que pretendió arrebatar todo, pero que jamás comprendió aquello del “que yo no digo mi canción, sino a quien conmigo va.


Junto a Andrés Sabella, fue incorporado a la Academia Chilena de la Lengua, el 6 de mayo de 1978.


Su vida la enfocó a unir palabras, no sólo las de su propia creación, sino las de otras voluntades que iban por el camino de la literatura del norte de Chile, tras el logro de esa materialización que es el libro, los libros.


Es el escritor que superó cada una de sus etapas al hacer nuevas entregas a las editoriales. Es el escritor que nos dejará corto, cada vez que aparezca una nueva obra suya, de allí que los juicios críticos de Yerko Moretic, quien lo definiera como un escritor nortino dedicado a las cosas de la pampa salitrera y, comentarios de Alfredo Aranda, quien expresó que “no salió de los moldes del narrador tradicional”, son válidos sólo hasta lo que en esos momentos, éste había publicado.


Su aporte técnico y temático permitió ensanchar la cuentística y novelística de nuestros extensos territorios. Su obra está jalonada por diversos hitos. Esos universos creados, seguirán señalando que aquí también es posible pensar. Su obra sorprende y sorprenderá aún más a quien efectúe una lectura total de ella, pero ahora sin moldes no esquemas preconcebidos.


UN RECUERDO SENTIMENTAL


Conocí a Mario Bahamonde, sólo hacia los años finales de su vida. Lo conocí en su soledad que le trajo el autoexilio y la salida de sus ámbitos universitarios y liceanos. Tengo la imagen de un hombre concentrado en sí mismo. Más bien parco de palabras cuando no quería proferirlas, pero alegre cuando recordaba algunas anécdotas, ya fuera de la vida literaria o de su intimidad, con esas andazas de sus “familiares” gatunos de alta estirpe, con nombres y apellidos vinosos o, tal vez, de su blanco regalón “Anónimo”.


Más de una tarde lo vi trabajar sobre su máquina de escribir, mientras “Anónimo” merodeaba por sus espaldas y cabeza. Lo hacía casi de un tirón, hecho que se refleja en la mayoría de sus cuentos, todos muy bien hilvanados. Debemos suponer que sus largos silencios eran producto de todo un proceso de elaboración.Sin embargo, el primer recuerdo que tengo de él, es de muchos años antes, tal vez 1958. Es la fría Rectoría del Liceo de Hombres, cuando me señaló frente a mi madre la siguiente pregunta: ¿A qué vienes tú al Liceo? La idea completa es que estábamos en el mes de diciembre y me había quedado repitiendo por primera vez. Seguramente debo haber sentido pena –y a lo mejor vergüenza- pues eso significaba mi salida del establecimiento.


Pasaron muchos, tal vez demasiados años, para que pudiera reencontrarme con el valor que fue y es Mario Bahamonde. El hombre que coleccionó inmensos y azules mapas salitreros, el que guardaba pequeñas cajas, cientos de fichas y papeles que sólo el tiempo conserva; el que tenía una amplia biblioteca, el que mantuvo miles de fichas demostrando su labor de investigador; el que añoraba, en lontanza la antigua Bahía de Nuestra Señora de Taltal, que lo hacía decir socarronamente que nuestra Antofagasta, era el patio de atrás de su puerto natal.


Estos años finales, lo fueron consumiendo por la pérdida de uno de sus hijos, producto del golpe militar. Me honró con su amistad, me permitió el ingreso a su casa. Vi cómo a otros se la negó (tal vez los inoportunos de siempre, con los que no tenía ninguna intención de dialogar). Lo vi pese a su dolor, como hombre entero. Como también lo alegre con la llegada de los paquetes de Editorial Nascimento que contenían su Diccionario y El Caudillo de Copiapó. Celebramos juntos esa noche de la noticia de su ingreso a la Academia Chilena de la Lengua. Hubo chanzas y pullas para el “académico”. Amante de la buena mesa y el mejor vino y alcohol. Por ahora, no quiero recordar esas botellas consumidas en la bohemia de su casa, donde a veces, nos preguntaba qué pasaba en la calle...No niego que esta es una imagen fragmentada. Pero es una imagen que no he olvidado, es una presencia y es otra presencia en el tiempo, como también lo son la de Andrés Sabella y Manuel Durán Díaz.


UNA APROXIMACIÓNMARIO BAHAMONDE


ingresa al mundo literario con una obra menor: El cara’e picante, que ya lo perfila como un narrador que deberá imponer con el tiempo su sello personal.Es un relato dividido en tres momentos: la tierra, el cara’e picante mismo y el destino. En la tierra, es la descripción de nuestros territorios, son los arenales, es la ausencia de arroyuelos y manantiales. Lo hace, diciendo que aquí hay un paisaje distinto que necesita de un hombre distinto para vencerla o al menos intentar domarla. Da detalles someros de una situación que comentaba Santos Callejas, que por el lado del Cerro Coloso, existía el derrotero naranjo.Canta a la pampa, al desierto; lo explica, lo describe y enuncia la gesta de los hombres que deberían enfrentar esta hosca geografía. El cara’e picante es uno de sus personajes, es el hombre que juega su vida, entre trabajo, ilusiones, alcohol y cierto sentido de fatalismo.


El cara’ e picante recibe este apodo debido a que: “Las sucias champas rojizas se le arremolinan abundantes por la frente, dando a la palidez de su cara una expresión revuelta y socarrona, de donde el agudo sentido del roto apuntó la semejanza con el exquisito plato extranjero” (pág 9).


Bahamonde, entonces, se incorpora con un texto de homenaje a la tierra que vio nacer y morir: el desierto del norte de Chile. Lo que se reafirma todavía más, al recordar la conferencia de Gonzalo Drago, donde señaló:“...si miramos hacia sus comienzos como alumno del Instituto Pedagógico, podemos afirmar que Bahamonde se inició literariamente en 1933 con su memoria para optar al título de profesor de Castellano, la que versó sobre “ANTOFAGASTA, TIERRA DE ESFUERZO”, donde cuenta la historia, la leyenda, destacando lugares importantes y la lucha del hombre en el medio ambiente”.Bahamonde alcanza relevancia nacional al ser incluido en Pampa volcada, en el proyecto editorial de Colección La Honda, bajo la dirección de Nicomedes Guzmán. A esto, debe agregarse ahora, el hecho de ser considerado uno de sus cuentos, como lo es El silencio sobre la tierra, en la antología preparada por la Universidad de Concepción, a través de la revista Atenea.El texto es otro relato minero trabajado con gran técnica literaria, aspecto que distinguirá de los narradores nortinos, amén de la intencionalidad y capacidad narrativas, surge ya el problema y la solución, desde el punto de vista técnico.Está ambientado en una zona geográfica que podemos identificar como los alrededores de Cobija y se desenvuelve en dos planos temporales. Un grupo de cateadores, acosados por las distancias, la ambición y la desesperación que genera la búsqueda del filón metálico, se ve agobiado aún más por la inmensidad y soledad.Dice: “El desierto atrapa, encierra, aplasta con su amplitud. Es una desesperación de luchar contra el silencio que duerme en la cara parada) (Pág. 116).


Pero luego descubriremos que esta situación fatalmente ya había ocurrido. Uno de los personajes se encuentra junto a un cadáver, varias “hojas sueltas , entre dos tapas de cartón, escritas a lápiz”. Es la técnica del relato frente al relato y por qué no decirlo, de una circularidad que invariablemente ha de morderse la cola.


Los últimos años de la década del cruenta. Servirán para generar la futura edición de su primer libro: De cuán lejos viene el tiempo, el que se armará en los talleres gráficos de la Escuela N° 9, y que apareció en 1951. Imaginamos que la edición del libro, enaltece a la cuidad, en la medida que habla de situaciones que le son propias.“Un día las cosas quedan definitivamente atrás –como los hombres cuando mueren- y el viento acumula tierra sobre el olvido”.Así dice en uno de los cinco cuentos que conforman este volumen y que contiene sendas ilustraciones de Nicolás Ferraro Panadés. Aquí, nuestro narrador se plantea ya uno de sus axiomas que desarrollará más tarde, el definirse como un guardián de la historia y entrar al rescate de seres, objetos y situaciones que un día fueron verdad. Es también la tradición la que él desea mantener.


Son cuentos que subtituló “del desierto” y narran las aventuras y peripecias de los que van tras un derrotero, tras el metal y el amor de una mujer y, que en una visión terrenal, la inmensidad geográfica termina por devorarlos, así como la ambición del hombre por ser único dueño de determinado mineral.


De cuán lejos viene el tiempo, nos muestra a un hombre frente a un paisaje, con sus particulares problemas de subsistencia, de enfrentar soledades, de atravesarlo en sus distintas direcciones y de mostrarlo a través de un tiempo el que ya fue parte de un hecho histórico-político o de otro cuya precisión no importa.


Estos mismo años de los inicios de la década del cincuenta no sólo sorprenden a Mario Bahamonde con la edición de su primer libro, sino además, vinculado a la actividad teatral junto a figuras de esa época, como Marina Teresa Castro, Flavia Wood, rené Largo Farías y María Cristina Zayr, quienes dieron vida al Grupo Libre de Teatro. El hoy ya desaparecido escenario del teatro Latorre sirvió para el estreno de la obra de Albert Camus El malentendido, situación que nos permite configurar lo atento que estaba al desenvolvimiento cultural.


La I. Municipalidad de Antofagasta, que por esos años auspiciaba concursos promoviendo la actividad literaria, premiaba los poemas Pueblo del Salar Grande de Sabella y en cuento, la obra que edita Nascimento en 1955, Huella rota. Está ambientado en Chuquicamanta en 1925, y otro aspecto técnico utilizado en Cara’e picante, vuelve a ser empleado. Aquí, a diferencia del esquema anterior, la narración se estructura en cuatro momentos: la mañana, huella rota, la noche y el amanecer. Hay morosidad y tempo. Su personaje –Rojo Muñoz_ es un sindicalista que debe huir de los agentes policiales, producto de una huelga. Es la época de las grandes diferencias entre obreros y empelados, es la odiosa dualidad en un mismo territorio y así nos lo plantea: “Acá queda Chile, con sus tierras muertas y sus distancias dormidas; al otro lado es Chilex, metálico y frío cómo una risa de gringo”. El sugestivo juego lingüístico, con la sola adicción de una letra, cambia toda una perspectiva, es la x que aparece imponiendo su barrera cultural y social.


Creemos que Ala Viva, esa diminuta aventurilla gráfica, como la definiera su autor, es el primer rasgo de universalizar nuestros territorios, a través del paisaje de la costa y eso, es en un plano inmanente, pues en el trascendente, esconde el ideal de libertad: “Ala Viva voló por primera vez abriendo todas sus ansias una mañana que las fuerzas se le metieron bajo las alas” (Pág. 15).


Allí, en más de una de sus páginas vuelve a fijas posiciones respecto de lo geográfico, al señalar por ejemplo que los hombres no van al mar, porque en la única parte que afincan nuestras raíces, es precisamente en la tierra...Nace también el diálogo entre el fantasma de Caracoles (reflejo de un hombre o de todos los hombres), con Ala Viva. Surge nuevamente su planteamiento de mantener y cuidar de una tradición. Aquí dirá: “Yo cuido la tradición, cuido el recuerdo de todo ese esfuerzo que se d desplegó aquí: cuido la vida pasada de una época” (Pág 39).


Es el narrador el que hábilmente dirigido por Bahamonde, nos refleja su propio pensamiento.Y junto a la tradición, cuato años más tarde, lo contemporáneo, cuando en 1960 entrega su selección de 16 Poetas Nortinos, y al año siguiente, Antofagasta, pasión y poesía. Pasión, redactada por nuestro historiador Floreal Recabarren y poesía, puesta entre otros por Andrés Sabella, Durán Díaz, Nicolás Ferraro, Antonio rendic, Salvador reyes y otros, junto a Mario Bahamonde. El texto, como todos los de ésta época, contiene viñetas e ilustraciones de Nicolás Pérez y los hermanos Frida y Arturo Ramírez.La época universitaria, vivida en la sede de la Universidad de Chile, en nuestra cuidad, lo lleva a iniciar la Revista de Cultura Ancora y dentro de ella, en su número inicial, Bahamonde volverá a insistir en el rescate del pasado. Escribe sobre el viejo periodismo nortino.Hacia 1966, cuando la cuidad habla del primer centenario de su poblamiento, edita a través de Editorial Universitaria, dos volúmenes imprescindibles para conocer el desarrollo de la literatura nortina, con su correspondiente ensayo.


De alguna manera, en todo narrador, subyace algo de historiador. Ya una vez José Antonio González P., describió el sentido de la historia que se presenta en la obra de Mario Bahamonde.


La literatura nortina, así, no es ni ha sido nunca una literatura de mera imaginación, sino que lo es con fuerte arraigo histórico. Otra muestra, será su relato sobre Paposo la olvidada historia de un pueblo. Y para aseverar aún más lo expresado, en el volumen tres de Ancora, una cronología de Antofagasta que cubre los años que van entre 1707 7 1983.La historia por supuesto que aporta personajes, y así es cuando en 1968, Ancora cumple su cuarto número, dedica las páginas 37 a 44 a “Abraham Jesús Brito y la poesía popular nortina”, a quien considera “el más grande poeta popular que ha producido el norte del país”. Su figura humana auténticamente nortina, y su figura literaria, auténticamente popular, trazan la fisonomía literaria de un ser que merece más reconocimiento y mejor recuerdo de la zona” (Päg. 40).Bahamonde, insistimos, no sólo se queda en sus facetas de narrador y poeta. En 1960, dentro del marco del Primer Seminario Internacional de Literatura Hispanoamericana, realizado en la Universidad del Norte, da a conocer gran parte de sus planteamientos como teórico, a través de nosotros, es también relevante la faceta del ensayista y que de alguna manera aquí también indicamos. La idea de rescatar el pasado pareciera ser una constante. De esto está conciente y así lo expresa cuando reseña por ejemplo nuestro mapa literario:“Tal vez ninguna otra zona de Chile contenga tanto relato y tanta historia social, industrial y humana y tanta página literaria. Sin embargo, todo esto es poco conocido, poco difundido y no siempre bien apreciado en su verídica significación con respecto a la tierra y al hombre nortinos” (Pág. 85 y ss.).


Más tarde al relacionar el conflicto tierra-hombre, distingue tres elementos fundamentales que deben presentarse como condición singular: ‘antigüedad’, ‘amplitud’ y ‘sensación de misterio’ (Cfr. Pág.88.). Y así, por lo menos, él lo ha demostrado a lo largo de su extensa obra.Conforme a lo primer, en Huellas Remotas, plantea: “...lo enterraron de acuerdo con sus costumbres ancestrales... y siguieron bebiendo y cantando los aires tristes de esos cerros, que son tan antiguos como toda la historia de la comunidad” (En Derroteros...pág. 51).


Como ejemplo de lo segundo: “Pero tenía que seguir andando porque el único imperativo de su vida era llegar. ¿A dónde? ¡Llegar...legar! Al menos si hubiera un camino, una huella vieja que fuera ¡pero qué? Al fin toda la pampa era un solo camino. ¡Llegar! (Toda la pampa es un solo camino, en Derroteros..., pág. 217).


Sin lugar a dudas que el plano ensayístico es también el surco donde convergen los caminos del humanismo. En 1971, Guía de la Producción Intelectual Nortina, que él aprecia como “estos ratros nortinos, con añoranzas, recuerdos y ganas de revitalizar nuestro pasado en función de un mejor mañana, más culto y más humano”, cuyas páginas amarillas, y no cargadas al avisaje, como las que se asocian a un listado telefónico, dan cuenta en apretada síntesis, del periodismo, de nuestras pequeñas historias regionales, de libros y autores valiosos y meritorios o de aquellos que han planteado nuestros problemas. Es el trabajo paciente de años de recopilación, de esa pasión juntapapeles, para que sirvan en el transcurso del tiempo y de la historia.Su obra está jalonada por diversos hitos. Es así que si el lector quisiera saber quiénes fueron y son, y qué hicieron los escritores de estas latitudes, recurra, sin más, a la Guía de la Producción Intelectual Nortina, cantera informativa de lo mucho que el norte tuvo y de lo poco que de él hemos conservado. Como grito mudo queda atrás lo perdido: documentos, periódicos, folclore, historia y registro de los tipos humanos, su habla, su historia y presencia. Es una invitación a dejar de lado de una vez por todas, lo que ya parece endémico entre nosotros: la improvisación y, a retomar y a comprender el verdadero valor de lo que significa nuestro pasado y nuestra tradición.


Su obsesión por el lenguaje que nos fue propio lo impulsó a entregar su maciza obra Diccionario de Voces del Norte de Chile, donde intenta testimoniar el habla, reconociendo lo difícil que es emprender esta tarea por carecer de antecedentes con la debida estrictez lingüística. Aquí, su enfoque cubre el eje sincrónico.Sí llegáramos a revisar en algún momento sus planteamientos expresado en 1969, respecto del relato literario del norte de Chile, volveríamos a encontrar médula y conocimiento. Aquí, cubre ahora el eje diacrónico, al leer, revisar y juzgar él mismo los textos que cita.Allí, hace más de un planteamiento válido respecto de cuáles son los tipos humanos de estas regiones y cuáles sus conflictos. Con esto, no se está indicando otra alternativa que hubo en Mario Bahamonde un ser juicioso, es decir, un ensayista, en el que todavía no hemos reparado. Bástenos como ejemplo, algunas expresiones tomadas a vuelo raudo, como ésta, aparecida en la Revista Ancora N° 6 que el dirigió:“La poesía lárica no es mala por el mero hecho de ser lugareña y localista. La poesía es mala por otras razones: por falta de calidad expresiva o por falta de talento artístico”.O cuántas oras deslizadas en su texto dado a conocer en 1980: Gabriela Mistral en Antofagasta . Años de forja y valentía. Pensemos cuánta verdad dice esta frase de su nota inicial: “Nuestra literatura chilena, en general, se renueva poco. Sólo de tarde en tarde surge talento, es decir, un renovador”. Y cuántas más, cuando prácticamente analiza y comenta expresión a expresión el Decálogo para una estética de la Mistral, como éste, por ejemplo: “Subirás de tu corazón a tu canto y te habrá purificado a ti el primero (G. Mistral). Reflexión de Bahamonde: “Y es verdad, por que cada artista arde en la sangre de su propia creación, la cual, si no nace desde el centro de la su vida, es imposible que pueda alcanzar profundidad”.


Desde otra perspectiva, este mismo texto, no deja de ser un trabajo de investigación, una novelización de esa vida, una recopilación de textos mistralianos comentados y enjuiciados.Recordemos también que toda obra gruesa y de arquitectura de El Caudillo de Copiapó, le implicó también un exhaustivo trabajo de investigación, tanto a nivel de textos periodísticos como históricos. Con un buen ojo de no cansado lector, aparece una y otra vez el ensayista. A lo mejor, un buen comentarista de cine podría decir que Bahamonde, cual excelente director, a cada instante le hace guiños al espectador.Indiquemos que las tres partes que constituyen la novela, se inician con un epígrafe. Uno de Jotabeche, otro tomado del periódico El Constituyente y el otro de Pedro Pablo Figueroa.Ruta Panamericana (1980), novela escrita en clave sobre una galería de personajes y hechos que reflejan tal vez, la otra cara de Antofagasta y su gente. A párrafos apoyados fuertemente por la técnica (Cfr.. págs 17 y ss.), donde relata ‘radialmente’ una carrera de caballos, al tiempo que por un sugerido montaje realizaríase el acto amatorio: “(Y él quietecito encima de la potranca, respirando apenas, con las piernas bien firmes por las costillas del animal...)” (pág 18); referencias a locales comerciales que sí existieron: “...al momento de salir de la Foto Alex con su sobrecito de seis fotografías tamaño carnet...” (pág. 88); así como de otros, que sólo existen en la imaginación del narrador: “Vivimos al lado, en la avenida Volney...” (pág 27); “...vivía en la avenida Escritor Salvador Reyes...” (pág. 40).Uno de los personajes que aparece es Joseph Pap (y no nos pidan descifrar la clave, pues por sus señas lo conocerís): “Vive en Antofagasta y pudo haber sido inmensamente rico, pero prefirió ser nortino... con su tamaño familiar y su impecable traje gris, tan señorial y sonriente” (pág 51 y ss.).Hay también juicios ácidos para Antofagasta: “Una aldea grande, enferma de alineación por ignorancia y ceguera. Pero es mejor que se desengañen por ustedes mismo y, cuando puedan, se aparezcan por acá a soportar su pobreza y a reírse de los figurones” (pág 52). Y junto a ello, una gran dosis de ironía y humor negro: “Señoras y señores: dentro de poco tendrán la oportunidad de presenciar el hecho más extraño de la historia humana, jamás presentado ante público alguno. Podrán presenciar la desintegración de un ser humano... la lucha del hombre contra su hambre” (pág.111).En otras de sus páginas vemos pantagruélicas enumeraciones que se generan de una “fritanguería espantosa”, a lo menos treinta variedades para degustar; así como el efecto que producirán las “píldoras Hollway”, panacea para aliviar una veintena de enfermedades. Es un poco también el influjo del realismo mágico en la novela contemporánea.Toda esta situación novelesca se genera por el diálogo que sostienen los pasajeros de un bus interprovincial, que sólo son identificados por los números de sus asientos. Hay soltura de mano en el narrar que demuestra el oficio del escritor, aunque a ratos esta agilidad baje en calibre literaria.


Gente de Greda o Los ceremoniales del tiempo, es una novela desarrollada con una perfecta interpolación de planos en el tiempo. Se descubre allí en las trece primeras páginas y cinco finales, un tiempo histórico o real, quedando la esencia misma de ella, en un tiempo mítico O irreal. Obra cercana a las de encantamientos, pues según definición de diccionarios, es del obrar maravillas ejerciendo un poder mágico sobre las cosas y personas, según creencia vulgar.Linealmente es el viaje en bus de una persona entre Vicuña y La Serena, recorrido que no alcanza a una hora cronológica. Literariamente, es la síntesis temporal que abarca desde los tiempo precolombinos, a través de la cultura Thiakitas, pasando por la llegada de los piratas y corsarios ingleses a nuestras costas (siglo XVI), presencia española en esa región y florecimiento de una particular cultura popular. Novela, entonces, donde se funde realidad y mito.


Con lo enunciado, se demuestra cumplir una de las tesis literarias para los escritores de la Generación del 38, según canon de Fernando Alegría, pues Bahamonde, que metodológicamente pertenece a esa generación, con esta obra, consigue “superar la expresión localista por medio de un realismo de base popular y de proyecciones universales”.Y aún más, si seguimos los planteamientos de Alegría, nos encontraremos con que en el taltalino, también existió una “preocupación por incorporar a la literatura zonas de nuestra sociedad hasta entonces ignoradas por otros escritores criollistas”. Preocupación que ya se había manifestado no sólo en su Guí..., sino también en su diccionario... En éstos, las zonas geográficas extremas cubren desde Arica hasta Los Vilos.Al tratar de penetrar un poco dentro de la novela podemos distinguir una serie de distintos niveles de lenguaje que van armando su verdadera configuración.


(texto incompleto...)



CORRIDOS Y DÉCIMAS POPULARES ESCRITAS EN HOMENAJE A MARIO BAHAMONDE Y A LA FAMILIA BAHAMONDE EN CHILOÉ


Referencia: el abuelo de Mario Bahamonde, Belisario Bahamonde, fue capitán de puerto en Chiloé y tuvo la responsabilidad de capturar al mítico bandido Ñancupel... después de este recordado acto le escribieron un corrido en su honor.



CORRIDO DE PEDRO MARIA NACUPEL
(Anónimo popular chilote)


Oh, Jesús amoroso,
mi Dios y padre mío. Dame Dios entendimiento
en mi torpe fulmería.
El caso más peregrino
del señor Pedro Ñacúpel,
que en Melinka fue cautivo.
el capitán de ese puerto,
aunque tenía temor
con toda su policía
se embarca con gran valor.
El práctico que sabía
dónde estaba su habitación,
mandó izar las velas
y dio la dirección:
al Este casa de ramas,
Al sur mata de quilas.
Dicen que llegando a Melinka
Lo buscaban como flores
Al primero capitán
don Belisario Bahamonde
a cuya casa llegaban
en busca de provisiones
y una vez habilitados
se lanzaban como leones.
Los primeros que mataron
de Terao, los Manquemillas,
llevaron balas y macanas
y muchas embarcaciones,
encontrando chalupas
que andaban a la pesca.
Iremos con los hacheros
y que Dios nos favorezca.
Permitió la Omnipotencia,
El mismo verbo divino,
se fueron y lo agarraron
como pájaro en su nido.
lo llevaron a Melinka
con suena barra e grillos.
Esto decía Pedro Ñacúpel:
“En la cabeza me va a entrar“
hace lo que intento:
“no voy a dejar de matar“
no siendo que llegue a ciento.
“Vamos a Puerto Lobos,
hay un barco de franquicia,
“le quitaremos el dinero
para quitarles la vida.
”Y se fueron a efectuarlo
Esta mala compañía:
Los que estaban en el buque
Rindieron así la vida
Les sepultaron los cuerpos
En las cuevas escondidos.
Viéndose Pedro Ñacupel
De la suerte tan perdido
Principió a lamentarse
En la cárcel escondido.
Estas palabras decía:
“Conviene que yo padezca,
“padezco por gusto mío,
“yo mis intenciones eran,
“si no me fuera apresado,
“de pegar fuego a Melinka“
y matar los empleados.”
Y aquí da fin a esta historia.
El consejo será bueno:
y que sirva de ejemplo
el caso tan desgraciado
del povre Pedro Ñacúpel.
________________________________



CARTA DE UN POETA POPULAR DEL NORTE CHICO A MARIO BAHAMONDE.
(Décimas populares)



Le contesto mensajero
y perdone la demora
pero he pasado las horas
trabajando en el sendero,
he vuelto a ver al minero
llevando la dura carga
de esas horas tan largas
donde el viento se acurruca,
han muerto las añuñucas
en las sierras de Agua Amarga.
¡Oh! Mis sierras de agua amarga,
atalaya de mi mundo,
con el amor más profundo
fuiste mi escuela más larga,
mi pluma sólo se encarga
de aliviarte este martirio
que sin agua y con delirio
suspira la flor marchita:
de Romero a Vizcachita
murieron todos los lirios.
El que nacido en el campo
de su tierra no se queja
porque aquí sólo se deja
las amarguras y el llanto,
aquí solloza el canto
como todo infortunio
he vuelto hoy al pasado,
aquí nací y esto es mío,
soy lágrima del rocío
en el sendero escarpado.
mi pregonero Bahamonde:
es el obrero que escribe
cuando el sol ya se despide
y en el ocaso se esconde,
el eco sólo responde
a los cantos del poeta,
que sólo tiene una meta
en las paredes salobres:
machacar el duro cobre
mano a mano con la veta.
Saqué del quisco la espina,
del obrero los lamentos,
del arriero el sufrimiento
tras la recue que camina...
con mis manos en la mina
tomé el barreno por guía,
maldecí la tiraníaq
ue explota nuestro Universo,
de allí nacieron los versos:
fue grito de rebeldía.
La fecha como comprende,
no recuerdo, y lo reprocho,
pero fue en el cincuenta y ocho
en la campaña de Allende;
tengo un pariente, don Bene,
viejito ciego y cantor
que es un rico payador,
a él lo escuché cantar
y era el verso popular
música, risa y dolor.
Me gustó “la popular”
porque es dura como el cerro,
si el perro se llama perro
no le puedo decir can,
si al explotador brutal
todos le llaman señor
yo le digo que es ladrón,
hasta ahí mi cortesía,
mi amor por la poesía
lo saqué sudando al sol.
Sólo escribo lo que siento
cuando mi mano encallada
después de dura jornada
descansa de los lamentos
describo a mi campamento,
a la madre sufrida,
porque en las sierras perdida
sal lado del barretero
ella da el amor sincero
y es capaz de dar la vida.
Hasta aquí llega lo escrito
sin que tenga la respuesta,
mi vida han sido las cuestas
con llantos, penas y gritos
desde aquel día bendito
que mi madre me trajera
fue en el campo, en primavera,
en octubre por fortuna,
el lugar se llama Tuna,
pues nací bajo una higuera.
Soy el tercero en la lista
y el mayor que otros once,
orgullosos estoy entonces
de mi pobre viejecita,
ya que mi pecho palpita
al recordar esto bello
me despido con destello
como a mí me corresponde
amigo Mario Bahamonde,
atentamente, Luis Cuello.
(Vallenar, 15 de Nov. De 1970)

FOTOGRAFÍAS DE MARIO BAHAMONDE

... en la bicileta. Foto tomada en el Estadio Municipal de Antofagasta



Bahamonde en familia (derecha)



Mario Bahamonde (iz. de pie) y los pupilos del Liceo de Hombres de Antofagasta


...En el desierto



...Bahamonde conferenciando


Bahamonde década del 60 (siglo XX)


























































































POESÍA DE MARIO BAHAMONDE (Portadas de sus publicaciones y algunos textos)


Y AL NORTE... LA POESÍA
Grupo Letras Antofagasta / 1961
acá Bahamonde aporta con el Premio Unico:
"Canto a la tierra del norte"
y "Animas de Pampa Unión"








ANTOFAGASTA PASIÓN Y POESÍA
Antofagasta 1961. Edición a cargo de Mario Bahamonde
Acá se publicó el poema Antofagasta (de Bahamonde)









Antología de poesía nortina (1966)

SALITRE (1)

Salitre, flor de la luz en tierra dura,
cristal aprisionado entre la pena,
camanchaca de luna sobre arena,
sudor de pueblo hervido en amargura.

¿Quién en el tiempo coronó tu albura,
tu fuerza, tu pureza de azucena?
silencio de la piedra que encadena,
el desierto te esconde entre su hondura.

Aquí está hombre, terco, mudo, duro,
amarrado a tu sed desesperada,
sembrando corazones en la tierra.

Hunde su mano entre tu polen rudo,
bebe tu savia en lunas congeladas
y su sangre con una cruz te entierra.

(1) Paráfrasis del soneto de P. Neruda



LA NIÑA DE MEJILLONES

El mar, la playa y el viento
en el corazón contento.
una mancha de sol rubio
en tu cabello dormido.

Sobre el viento, la mañana;
sobre el mar, una gaviota;
sobre la playa, un recuerdo
y aquí en mi pecho, este canto.

Un bote arando la pena
navega con remos muertos
y en el muelle, sobre el puerto,
el sol clava su cadena.

Mejillones, rosa negra,
naufraga sobre recuerdos:
mineros de negras vetas,
veleros de blancos ruedos.

Niña azul de Mejillones,
fantasma de los mineros,
cómo me grita el pasado
en su nidal de veleros.

El mar, la playa y el viento
en el corazón contento.
Una mancha de sol rubio:
¿dónde estás, niña del cuento?


ANIMAS DE PAMPA UNION

¿Recuerdas, hermano Juan?
Somos el alma del tiempo
que viene hasta este lugar:
tierra, silencio y soledad.
¡Qué distancia a lo de entonces!
¿Recuerdas, hermano Juan?

Pampa Unión, tierra afiebrada y sedienta
para que el hombre viviera
su aventura de ser hombre.
Calles, vicio y audacia,
la Etelvina, la Muñeca y la Totué,
la Rosaura, la Camelia y la Lindura
en casa de doña Flor.
Un chinchel para la sed y un cuchillo
para el ojal.
Botellas, manos llenas
y una risotada rodando por el burdel.
y a veces, a pleno sol, una copla trasnochada:

Es rico este Pampa Unión
porque tiene salitrales.
En el cantón de Aguas Blancas,
capataces y terrales.

¿Recuerda, hermano Juan?
Tierra de salitreras en remolino de furia.
Dos columnas para el humo y un hombre
Para la historia.
-La “Curicó” me gusta a mí,
-Veinticuatro cachunchos tiene “Araucana”.
-En “Anita” padecí.
-Doscientas bateas hay en “Ausonia”,
-En “Aconcagua” viví.
-Un capataz de “Leonor” me anda buscando,
-“Filomena” es una flor muy sentada
entre dos coplas.
-De “Candelaria” me fui.
-En “Celia” hay un costero
que sabe hacerse la vida.
-Un amigo de la “Prat” me regaló
su cicatriz.

¿Recuerdas, hermano Juan?

Pampa Unión, noche y día, viento y sol.
Los hombres venían de lejos
a echar su suerte furiosa, cara negra, gesto de salitre en las manos,
y ya alguien lo decía con el corazón

Pampa Unión me gusta a mí
lunes y martes en grande,
miércoles, jueves y viernes,
y hasta el sábado el sábado en la tarde.

-¿Y el domingo?
-Deja que el cuerpo descanse
porque la calichera es honda
y la vida es una sola.

¿Recuerdas, hermano Juan?
Pampa Unión, pueblo de pedrería
para el corazón del pampino.
El viento entre las guitarras,
en cada puerta una orgía
y por las calles, la agria voz de la vida.
Gesto de tierra en el alma y un espasmo
en cada día.

Tú te quedaste dormido bajo el puñal de un amigo.
La luna se revolcaba en tu sangre y en tu vino,
y la tierra se los bebía como un caldo
de salitre.
Yo no sé qué fue de mí no de este pueblo
de bulla.
Tal vez se lo bebió el destino
en un atardecer de furia.
¿Recuerdas, hermano Juan?

(Antología de la poesía nortina, compilación y notas de MARIO BAHAMONDE, Universidad de Chile, Departamento de Extensión Universitaria, Antofagasta, 1966)

OTROS POEMAS:


SOLEDAD

Aquí no vuela un pájaro ni un grito.
Vive la muerte diseminada
soledad, su terrible y calcinada
y pétrea empuñadura de granito .

El aletazo pertinaz del mito
desenterró la piedra de la nada
y germinó la sal cristalizada
en la luz mineral y el infinito.

Un día llegó el hombre, silencioso,
arreó su corazón de veta en veta,
de muerte en muerte, terco y ambicioso.

Recorrió el cobre, el viento, la yareta,
y en la ambulante soledad desierta
nació la risa de una flor abierta.



SALITRE

Salitre de luz en tierra dura,
cristal aprisionado entre la pena,
camanchaca de luna sobre arena,
sudor de pueblo hervido en amargura.

¿Quién en el tiempo coronó tu albura
tu fuerza, tu pureza de azucena?
Silencio de la piedra que encadena,
el desierto te esconde entre su hondura.

Aquí está el hombre, terco, mudo, duro,
amarrado a tu sed desesperada,
sembrando corazones en la tierra.

Hunde su mano entre su polen rudo
bebe tu savia en lunas congelada
y su sangre con una cruz te encierra.



CALAMA

Casi una orilla del desierto vivo,
casi una verde ola de fantasmas,
casi un barrio de Chuqui con el alma
de un campesino casi sorprendido.

Una estación el tren en el camino.
Choclos y pólvora, río y alfalfa.
Te defiendes del frío de la pampa
con el ala del poncho de tu vino.

Casi cordillera en tu olor a puna,
casi un nombre solo en sitial de gloria,
casi una flor rubia lejos del mar.

Calama, casi sueño, casi lucha,
hay en tu casi mudo, casi boca,
un pueblo verde con raíz de sal.



VIENTO

Ya en la tarde comienza la batalla.
La mano gris del viento empuña su ira
y arremete bramando, canto y lira,
contra el sediento pedregal que calla.

Furia y duelo, todo el desierto estalla
en una inmensa llamarada. Gira
el arenal ardiente que delira
y el viento es un azote que resalta.

Su galope se duerme en el distancia:
ulula en Pampa Unión, en Sierra Gorda,
como el viejo fantasma de una horda

de mil cuchillos que hieren su arrogancia.
El viento grita y muerde a pecho abierto.
Se oye la voz rebelde del desierto.


TALTAL

Cada noche de amor Taltal despierta
en su insomnio de viejo aventurero
para llorar de sed por el viajero
que sembrará una estrella ante su puerta.

Pero todo se fue: el sol, la huerta,
el cateador, el loco y el minero,
apenas quedó junto al salitrero
sobre la playa una gaviota muerta.

Una rosa de paz en la bahía,
la costa abrupta, la melancolía
de un atardecer: piedra, cerro, alma.

Y hay tanta sed entre su calma
que el mar sobre la arena se recuesta
para no desvelarlo de su siesta.