.: POESÍA DE MARIO BAHAMONDE (Portadas de sus publicaciones y algunos textos)

sábado, 30 de junio de 2007

POESÍA DE MARIO BAHAMONDE (Portadas de sus publicaciones y algunos textos)


Y AL NORTE... LA POESÍA
Grupo Letras Antofagasta / 1961
acá Bahamonde aporta con el Premio Unico:
"Canto a la tierra del norte"
y "Animas de Pampa Unión"








ANTOFAGASTA PASIÓN Y POESÍA
Antofagasta 1961. Edición a cargo de Mario Bahamonde
Acá se publicó el poema Antofagasta (de Bahamonde)









Antología de poesía nortina (1966)

SALITRE (1)

Salitre, flor de la luz en tierra dura,
cristal aprisionado entre la pena,
camanchaca de luna sobre arena,
sudor de pueblo hervido en amargura.

¿Quién en el tiempo coronó tu albura,
tu fuerza, tu pureza de azucena?
silencio de la piedra que encadena,
el desierto te esconde entre su hondura.

Aquí está hombre, terco, mudo, duro,
amarrado a tu sed desesperada,
sembrando corazones en la tierra.

Hunde su mano entre tu polen rudo,
bebe tu savia en lunas congeladas
y su sangre con una cruz te entierra.

(1) Paráfrasis del soneto de P. Neruda



LA NIÑA DE MEJILLONES

El mar, la playa y el viento
en el corazón contento.
una mancha de sol rubio
en tu cabello dormido.

Sobre el viento, la mañana;
sobre el mar, una gaviota;
sobre la playa, un recuerdo
y aquí en mi pecho, este canto.

Un bote arando la pena
navega con remos muertos
y en el muelle, sobre el puerto,
el sol clava su cadena.

Mejillones, rosa negra,
naufraga sobre recuerdos:
mineros de negras vetas,
veleros de blancos ruedos.

Niña azul de Mejillones,
fantasma de los mineros,
cómo me grita el pasado
en su nidal de veleros.

El mar, la playa y el viento
en el corazón contento.
Una mancha de sol rubio:
¿dónde estás, niña del cuento?


ANIMAS DE PAMPA UNION

¿Recuerdas, hermano Juan?
Somos el alma del tiempo
que viene hasta este lugar:
tierra, silencio y soledad.
¡Qué distancia a lo de entonces!
¿Recuerdas, hermano Juan?

Pampa Unión, tierra afiebrada y sedienta
para que el hombre viviera
su aventura de ser hombre.
Calles, vicio y audacia,
la Etelvina, la Muñeca y la Totué,
la Rosaura, la Camelia y la Lindura
en casa de doña Flor.
Un chinchel para la sed y un cuchillo
para el ojal.
Botellas, manos llenas
y una risotada rodando por el burdel.
y a veces, a pleno sol, una copla trasnochada:

Es rico este Pampa Unión
porque tiene salitrales.
En el cantón de Aguas Blancas,
capataces y terrales.

¿Recuerda, hermano Juan?
Tierra de salitreras en remolino de furia.
Dos columnas para el humo y un hombre
Para la historia.
-La “Curicó” me gusta a mí,
-Veinticuatro cachunchos tiene “Araucana”.
-En “Anita” padecí.
-Doscientas bateas hay en “Ausonia”,
-En “Aconcagua” viví.
-Un capataz de “Leonor” me anda buscando,
-“Filomena” es una flor muy sentada
entre dos coplas.
-De “Candelaria” me fui.
-En “Celia” hay un costero
que sabe hacerse la vida.
-Un amigo de la “Prat” me regaló
su cicatriz.

¿Recuerdas, hermano Juan?

Pampa Unión, noche y día, viento y sol.
Los hombres venían de lejos
a echar su suerte furiosa, cara negra, gesto de salitre en las manos,
y ya alguien lo decía con el corazón

Pampa Unión me gusta a mí
lunes y martes en grande,
miércoles, jueves y viernes,
y hasta el sábado el sábado en la tarde.

-¿Y el domingo?
-Deja que el cuerpo descanse
porque la calichera es honda
y la vida es una sola.

¿Recuerdas, hermano Juan?
Pampa Unión, pueblo de pedrería
para el corazón del pampino.
El viento entre las guitarras,
en cada puerta una orgía
y por las calles, la agria voz de la vida.
Gesto de tierra en el alma y un espasmo
en cada día.

Tú te quedaste dormido bajo el puñal de un amigo.
La luna se revolcaba en tu sangre y en tu vino,
y la tierra se los bebía como un caldo
de salitre.
Yo no sé qué fue de mí no de este pueblo
de bulla.
Tal vez se lo bebió el destino
en un atardecer de furia.
¿Recuerdas, hermano Juan?

(Antología de la poesía nortina, compilación y notas de MARIO BAHAMONDE, Universidad de Chile, Departamento de Extensión Universitaria, Antofagasta, 1966)

OTROS POEMAS:


SOLEDAD

Aquí no vuela un pájaro ni un grito.
Vive la muerte diseminada
soledad, su terrible y calcinada
y pétrea empuñadura de granito .

El aletazo pertinaz del mito
desenterró la piedra de la nada
y germinó la sal cristalizada
en la luz mineral y el infinito.

Un día llegó el hombre, silencioso,
arreó su corazón de veta en veta,
de muerte en muerte, terco y ambicioso.

Recorrió el cobre, el viento, la yareta,
y en la ambulante soledad desierta
nació la risa de una flor abierta.



SALITRE

Salitre de luz en tierra dura,
cristal aprisionado entre la pena,
camanchaca de luna sobre arena,
sudor de pueblo hervido en amargura.

¿Quién en el tiempo coronó tu albura
tu fuerza, tu pureza de azucena?
Silencio de la piedra que encadena,
el desierto te esconde entre su hondura.

Aquí está el hombre, terco, mudo, duro,
amarrado a tu sed desesperada,
sembrando corazones en la tierra.

Hunde su mano entre su polen rudo
bebe tu savia en lunas congelada
y su sangre con una cruz te encierra.



CALAMA

Casi una orilla del desierto vivo,
casi una verde ola de fantasmas,
casi un barrio de Chuqui con el alma
de un campesino casi sorprendido.

Una estación el tren en el camino.
Choclos y pólvora, río y alfalfa.
Te defiendes del frío de la pampa
con el ala del poncho de tu vino.

Casi cordillera en tu olor a puna,
casi un nombre solo en sitial de gloria,
casi una flor rubia lejos del mar.

Calama, casi sueño, casi lucha,
hay en tu casi mudo, casi boca,
un pueblo verde con raíz de sal.



VIENTO

Ya en la tarde comienza la batalla.
La mano gris del viento empuña su ira
y arremete bramando, canto y lira,
contra el sediento pedregal que calla.

Furia y duelo, todo el desierto estalla
en una inmensa llamarada. Gira
el arenal ardiente que delira
y el viento es un azote que resalta.

Su galope se duerme en el distancia:
ulula en Pampa Unión, en Sierra Gorda,
como el viejo fantasma de una horda

de mil cuchillos que hieren su arrogancia.
El viento grita y muerde a pecho abierto.
Se oye la voz rebelde del desierto.


TALTAL

Cada noche de amor Taltal despierta
en su insomnio de viejo aventurero
para llorar de sed por el viajero
que sembrará una estrella ante su puerta.

Pero todo se fue: el sol, la huerta,
el cateador, el loco y el minero,
apenas quedó junto al salitrero
sobre la playa una gaviota muerta.

Una rosa de paz en la bahía,
la costa abrupta, la melancolía
de un atardecer: piedra, cerro, alma.

Y hay tanta sed entre su calma
que el mar sobre la arena se recuesta
para no desvelarlo de su siesta.

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