.: CARTAS PERSONALES DE MARIO BAHAMONDE

sábado, 30 de junio de 2007

CARTAS PERSONALES DE MARIO BAHAMONDE

Carta de Mario Bahamonde S. a su hijo Mario Bahamonde Lara

Antofagasta, 20 de octubre de 1976


Ñoto: te celebro tus deseos de conocer, así como al paso, la nómina y destino del conglomerado humano que forma el caudal familiar. Desafortunadamente yo carezco de ese sentido de familia tradicional (del pater familiae) y, por el contrario, me formé en un Internado y en muchas pensiones, residenciales y pensionados, de modo que esta formación se asimiló al hecho de haber sido hijo único, lo que es fatal para guardar algún sentido de relación familiar. Sin embargo, algunos recuerdos tengo. Recuerdos imprecisos. Conocí a mi abuelo paterno, a don Belisario, muy viejo y metido en una cama. Fue la primera vez que me llevaron a Castro y tendría entonces unos seis años. La imagen que conservo es la de un viejo barbón, completamente encanecido, de cara redonda, muy enfermo. Estuve un rato a su lado y luego lo dejamos tranquilo en su reposo. Parece que murió al poco tiempo. Conocí a mis tías Yeya y Amalia, esa primera vez que me llevaron a Castro. Pero a la segunda la volví a ver a sus 84 años, en 1969, cuando regresé a Chiloé a reconocer la tierra de mis antepasados. Por el lado materno no conocí a los abuelos. Y tuve muy pocas referencias familiares, pues las hijas (hermanas y mis tías) vivieron en ciudades distantes, de modo que los recuerdos eran muy secundarios en el orden familiar. Repetí demasiado ese dicho de “mi familia comienza en mí”. Y, lo que es peor, lo sentí como cierto. Pero parece que no. No es que la sangre tire, pero ese ancestro, esa herencia, ese pasado, ese respaldo del tiempo están presentes en uno, aunque sea por pura curiosidad. Los chilotes son pataeperros. Se van a la Patagonia a trabajar. Otros recorren el país entero. En Chuqi ( en el antiguo Chuqui) supe de muchos chilotes. Están un tiempo trabajando, juntan un poco de dinero y regresan a la isla a ver a su parentela, que allá siempre es muy grande. Un día, la Ida con su marido tenían que ir a Dalcahue a dejar cartones de cigarrillos, pues ellos son los proveedores. Y partimos. Allá me entretuve caminando por la única calle y mirando un chancho enorme. De repente se acercó un señor a saludarme y a contarme que éramos parientes por el lado de don Belisario. Esto allá es muy común. En Chonchi me encontré con otro señor que me dijo que éramos primos (Hermano de Avaro Gómez, el profesor de música de la escuela normal). A veces pienso que me gustaría volver a Chiloé por unos días y, si tuviera dinero, te invitaría a pasar una semana allá para conocer la raíz vital de nuestra sangre, comer curantos y tomar el licor de oro de los chonchinos. Toda la rama nortina de la familia fue pobre. A lo sumo un buen pasar. La tía Rosa, cuando estuvo enferma en La Serena, compró una casa en La Alameda. De esas antiguas, espaciosas, con tres patios, papayos, chirimoyos, paltos y una acequia al fondo. Yo estuve por un tiempo en casa, cuando mi mamá enfermó y mi papá la llevó al Hospital San Juan de Dios, de Valparaíso, donde la operaron (al parecer inútilmente, según comentarios de las enfermeras del hospital). En Valparaíso estaba la tía Consuelo, que vivía, primero, en el cerro Los Placeres y, cuando se casó con Juan Muñoz, se trasladó a l cerro vecino; el Barón. Los primos chilotes son muy querendones allá, en Castro, bajo esa lluvia permanente. La Ida es una gorda garabatera y farrera, igual que su marido. La Olga es concertista en piano, con estudios completos en el Conservatorio Nacional pero vivió de ser profesora de música del Liceo de Castro, donde se casó con Lucho Andrade (él en segundas náuseas, cuando enviudó) que es su primo. Los hijos son, entonces, Andrade Andrade. ¿Qué más?...
Te repito el corrido popular chilote y te acompaño una carta en décimas populares que me mandó un poeta minero de Vallenar.

Un día Salvador Reyes me preguntó: “¿Tú tienes parientes?” Pero se corrigió inmediatamente y agregó: “¿De veras que tu padre era chilote?” Y con eso basta para explicar mis raíces.
Te cuento estas cosas por el alegrón tremendo que tuve de verte y estar unos días juntos y gozar de tu generosa bondad humana. Y no te digo esto porque soy un viejo chocho.

Cariños
Mario

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3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

su informacion no me sirvio nada ya que yo queria saber como son las cartas personales no un ejemplo

27 de mayo de 2009, 7:24 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

haci que chinge a su madra pendejo

27 de mayo de 2009, 7:25 a. m.  
Blogger El espejo invisible dijo...

Sr. Anónimo

Lamentablemente, son pocas las cartas que conservo, si usted quisiera tener acceso podemos hacer algo para que las conozca. Algunas que me escribió a mí, considerando que yo tenñia seis años, algunas que escribió a su hijo exiliado Omar, quizás una, que volvió con el él aChile, algunas a su hijo Mario Bahamonde, que estuvo preso y comprenderá que por razones políticas no era tan simple escribir cartas en aquellos años, sobre todo porque sus dos hijos; uno preso y el otro exiliado, Del resto de las cartas, no podría hablarle porque las deben tener las personas a quien se las envío.
Pero si puedo ayudarle, encantada lo haría.

atentamente,
Milena Bahamonde

27 de mayo de 2009, 8:19 a. m.  

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